Las Vegas: Un desafío a la razón en el desierto

Todo brilla en la ciudad de neón, un exceso de estímulos para todos los sentidos...

Las Vegas, Nevada, USA

Una vez más, la ciudad de Las Vegas se reinventa de lujo y estilo para mantener su estatus de ciudad del pecado. A esta gran metrópoli estadounidense ya no se viene a jugar en sus casinos, sino también a disfrutar de algunas de las tiendas, restaurantes y espectáculos más exclusivos del mundo. Los cambios en esta urbe se suceden a ritmo vertiginoso.

El juego ya no es su principal fuente de ingresos: Las ganancias procedentes de hoteles, restaurantes, establecimientos comerciales y espectáculos lo superan con creces.

Sobre las ruinas de los casinos temáticos se construyen edificios de diseño...

...como el complejo City Center a cargo del prestigioso arquitecto Norman Foster. En el Strip, la principal avenida de más de seis kilómetros, apenas quedan construcciones anteriores a 1995.

Pero todavía continúa siendo posible darse una vuelta por medio mundo, desde la Torre Eiffel del hotel París-Las Vegas hasta los rascacielos del New York-New York.

La esencia de esta urbe levantada en medio del desierto del estado de Nevada se vive dentro de sus espectaculares casinos. Por las tragamonedas de su interior transitan personajes variopintos: Parejas de jubilados, recién casados, asiáticos o ejecutivos de alto standing. Algo de lo más exclusivo es, por ejemplo, jugar una ficha de 25 dólares en la mesa de blackjack mientras la camarera te sirve un Martini.

La leyenda de Las Vegas se forjó en el Downtown, cuando el Strip no era más que un solitario paraje de la Ruta 91. En los años 30 del siglo XX se inició la construcción, a 48 kilómetros de la ciudad, de la presa Hoover, de 227 metros de altura, edificada para llevar agua al desierto.

No mucho después comenzó a satisfacer las necesidades más acuciantes de aquellos trabajadores de larguísimas jornadas: Alcohol, sexo y juego. Asimismo, gánsteres como Bugsy Siegel fueron atraídos por un negocio lucrativo que por aquel momento era legal. De ahí hasta ahora.

Las Vegas cuenta con 19 de los 25 hoteles más grandes del mundo y, debido a ello, es, además, la ciudad que posee más plazas hoteleras de todo el planeta.

Uno de los más majestuosos es, sin duda, el Megacenter, formado por los contiguos Palazzo y Venetian, que suman más de 7.000 habitaciones. Algunas de las habitaciones más descomunales se hallan en el último piso del Caesars Palace, con 2.400 metros cuadrados que incluyen piscina privada cubierta, sala de golf virtual, ascensor exclusivo y estancias para el servicio. Sólo aptas para grandes bolsillos.

Si hablamos de juego, el área metropolitana de Las Vegas tiene más de 20.000 máquinas tragaperras, cerca de una por cada diez habitantes. La más cara de ellas se ubica en una de las salas privadas del hotel Wynn. Tirar de la palanca cuesta 10.000 dólares por partida.

Cualquiera puede casarse en esta ciudad si tiene 18 años (o 21 si su nivel de alcohol es elevado) y 50 dólares, a cualquier hora y de la manera más extravagante que a uno se le ocurra. Lo más habitual es contraer matrimonio vestido de Elvis Presley, aunque en el Caesars Palace lo puedes hacer escoltado por dos centuriones como testigos. Quienes tengan prisa pueden casarse sin bajarse del coche.

Casi todas las marcas de prestigio mundial cuentan con algún establecimiento comercial en esta ciudad estadounidense, la mayoría situados en el Strip, su avenida principal. Comprar en Las Vegas puede considerarse una actividad a tiempo completo. Otras muchas de las tiendas se ubican en centros comerciales instalados en los interiores de los casinos. La Wynn Esplanade, en el hotel del mismo nombre, alberga algunos de los comercios más exclusivos (Chanel, Ferrari, Óscar de la Renta, etc.) todo un paraíso para los amantes del consumo.