¿Qué es la madurez?

Llega a cambio de algo..., un descanso a la revolución de pasiones y hormonas de la juventud pero, ¿se quedará mucho tiempo?

Madurez psicologica en el adulto
Y por qué los adultos admiramos a los niños
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La madurez no está a la venta y quien la cree tener no la cambiaría por ninguna cosa por más brillos que tenga.

La persona nota haberla adquirido cuando de pronto se siente capaz de saber qué carácter tiene ese vecino que casi nunca saluda, de -casi telepáticamente- sentir la envidia en la mirada de quien está sentado en el sofá de su casa o el enfado en las letras que aparecen en el chat de alguien que nunca ha visto cara a cara.

Pero esto, la capacidad de análisis de los demás, el saberse conocedor del comportamiento humano y predecir los desdenes de humor de los demás, no está entre los mayores indicadores de madurez establecidos por la psicología. Es que..., es la empatía que genera el conocerse a sí mismo lo que produce esa agradable sensación de estar por encima de las pasiones humanas, esa sensación "dulce" de saberlo todo aun a costa de ese par de arrugas y ese cansancio que se siente al llegar al segundo piso por la escalera.

¿Cuáles son los indicadores de madurez?

La psicología es una disciplina netamente complicada, puesto que su objeto de estudio está en el mismo vagón de quien lo interpreta.

En términos generales, un grupo de personas que se consideran maduras, han coincidido en señalar las siguientes características como indicadores de madurez(1):

Experimentado, conocedor de la naturaleza humana, con sentido del deber; sabio, responsable y sensato; comprensivo, realista y preocupado, entre otros.

En tanto que para Allport(2), una persona madura es aquella capaz de lograr extensiones de sí misma en el trabajo o en un hobbie -característica que no pasa por lo egocéntrico- y de mantener una personalidad unificada o integrada en todos sus roles: estudiante, empleado, esposo, hijo, etc.

Freud dijo que un ser maduro es aquel capaz de resolver sus propios conflictos internos y amar en libertad en tanto que para Jung, la madurez viene de la mano del logro de la integración personal que ocurre tras la confrontación del llamado inconsciente personal con el inconsciente colectivo, y para Maslow(3), la madurez se asocia a la idea de hombre autorrealizado que resuelve sus conflictos y se acepta a sí mismo (en su vocación y destino).

Es esa sensación de control la que el ser maduro siente como agradable, esa sensación de conducirse a sí mismo pero..., ¿es la madurez una condición indeleble? ¿no son un poco aburridos todos estos indicadores? ¿no se puede guardar en el armario la madurez un par de días? y, ¿no hay, acaso, situaciones extremas que hacen flaquear la madurez personal?

Sí, todo eso y más, porque no es la madurez un estado inmutable que se instala para siempre -es más, a veces no llega nunca- pero sí, seguro que va cambiando con el paso del tiempo al compás de la personalidad.

ImageCobra curiosidad cómo la persona que se siente madura responde a una especie de círculo vicioso en el que todo tiene su explicación: Su trabajo es el que eligió y le gusta por vocación, se divierte cuando hace lo que le gusta, o sea cuando sigue su vocación, es capaz de dar consejos porque ya lo vivió todo, y lo que no vivió fue porque no quiso o no pudo, y si no pudo fue por el destino que le tocó en suerte... y aun así está conforme.

No es malo sentirse maduro pero, como también Maslow lo dijo, siempre hay un vestigio de infantilidad en las "versiones" más maduras de la personalidad humana.

Qué alivio, saber que hay una válvula abierta, una posibilidad de volver a sentir placer de pisar descalzo el suelo sin analizar las consecuencias. Es que tanta improvisación resuelta, da la sensación de vivir con anestesia, ¿no será que la madurez es un mecanismo de protección necesario para la prolongación de la existencia?



(1) Creencias sobre la madurez psicológica y desarrollo adulto; Anales de psicología, 1996, um.es
(2) Cloninger, Susan; Teorías de la Personalidad; Pearson Educación, México, 2003.
(3) El hombre autorrealizado; Maslow, A., Kairós, Barcelona, 1972.