Las mejores obras literarias de habla hispana: Don Quijote de la Mancha -1 era parte-

A pesar de su renombrada y destacada labor literaria, nunca recibió mayores ingresos por ello, su obra fue reconocida tardíamente, en sus últimos años de vida en Madrid.

Miguel de Cervantes
Miguel de Cervantes - Creador del Quijote de la Mancha

Miguel Cervantes de Saveedra siempre tuvo problemas económicos, lo que le obligó ha desempeñar otras funciones como la de recaudador de impuestos, donde fue apresado por fraude y deudas impagas.

El transcurso de la vida de Miguel Cervantes de Saavedra (1547 -1616) estuvo siempre signado por apremios económicos. Se alistó como soldado en la batalla de Lepanto, donde sufrió una herida con una lanza que inutilizó su mano izquierda. Este suceso confuso, aparentemente se dio cuando fue descubierto hurtando comestibles que eran para los soldados. Cervantes se desempeñaba en la labor de traslado de alimentos y había sido descubierto en más de una ocasión hurtando comestibles para provecho propio.

De regreso a España fue secuestrado por piratas y vivió cinco años en cautiverio. A pesar de su renombrada y destacada labor literaria, nunca recibió mayores ingresos por ello, su obra fue reconocida tardíamente, en sus últimos años de vida en Madrid. Por tanto debió desempeñar otras funciones, como recaudador de impuestos, donde fue apresado por fraude y deudas impagas.

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

Es una de las más grandes obras de la literatura universal. Se divide en dos partes, la primera fue escrita en 1605 y la segunda en 1615.

En la primera parte encontramos a Alonso Quijano que termina desquiciando su mente en el afán de leer novelas de caballerías. Una clara burla a las novelas de entonces, en las cuales hablaba de héroes con súper poderes capaz de vencer a ejércitos enteros. Quijano se dedica a la lectura desatendiendo su propia vida, vende las pocas pertenencias que le quedan para poder comprar más libros de caballería hasta que su mente explota por completo y decide hacerse un caballero andante.

Flaco, de contextura débil y con 52 años, decide salir en busca de nuevas aventuras. Se arma de una burda armadura y busca un caballo. Un flaco rocín que no duda en escogerlo como su caballo de andanzas. Lo llama Rocinante, pero nada es al azar, ese nombre es porque antes de conocerlo era un simple rocín, pero al pasar a ser su caballo de aventuras es rocin-ante, es decir, que antes había sido un rocín, ahora era el caballo del gran hidalgo, y encontraba en ese nombre un dejo de grandeza acorde a su creencia personal.

Su obstinación en busca de nuevas aventuras lo hacen ver gigantes donde hay molinos y grandes ejércitos donde sólo habitan ovejas pastando.

Busca un compañero de aventuras que es la antítesis de él. Don Quijote de la Mancha (en honor a su lugar de origen) es un soñador, idealizando su búsqueda en la imaginaria doncella Dulcinea del Toboso; nombre originario de esa zona y que le encuentra un sonido musical, como a todas las cosas que con amor denomina. Nada en él es material, su búsqueda es la de la justicia y el amor a su prometida, lo que no encontrará obstáculos que lo detenga.

Sancho es un personaje materialista, muy torpe e ignorante que abrumado por las tentaciones materiales que le ofrece Don Quijote no duda en acompañarlo, su vida familiar era desastrosa y la ambición se apodera de él. Por momentos duda de la cordura de su amo, pero el afán material siempre hace dejar de lado sus objeciones.

La primera parte es más aventura, diferenciándose de la segunda en donde encontramos a un Don Quijote más reflexivo. Seguramente la idea de darle muerte en la segunda parte tenga mucho que ver con la versión apócrifa que hizo Avellaneda de Don Quijote culminada su primer parte. En aquellos tiempos nada se sabía de derechos de autor ni nada de eso.

En el año 1614, a nueve años de publicado por Cervantes “El ingenioso Don Quijote de la Mancha”, Alonso Fernández de Avellaneda edita el “Don Quijote” apócrifo. Hecho que generó que al hacer la segunda parte, Cervantes, le diera muerte al famoso personaje, de manera de asegurarse que nadie más volviese a cometer tal atropello. En aquella época no existían los derechos de autor que hoy conocemos; y aunque en forma efímera, Avellaneda supo hacerse de fama mal habida por un breve lapso de tiempo. La Primera edición del Don Quijote dejaba las puertas abiertas a una segunda parte, lo cual fue vilmente utilizado por este plagiador.

Avellaneda en realidad era un seudónimo, y aunque nunca se supo a ciencia cierta su identidad, se supone que Cervantes sabía muy bien quién era. Probablemente haya sido un compañero de celda en su tiempo de reclusión.

En la segunda parte Don Quijote ya es consciente de la realidad, simplemente que prefiere verla como que la han hechizado para desfigurársela maliciosamente. Pero queda en evidencia en los últimos momentos de su vida, cuando está por fallecer, que solicita el testamento argumentando que ha vivido como un loco, pero que está muriendo como un cuerdo. Dato del que puede desprenderse que su locura no era tal, sino el afán de haber soñado una vida que muchos no se han atrevido a vivir. Como decía Ingenieros: “No vive más quien más años cuenta, sino quien ha vivido la vida con más intensidad”. Y este improvisado caballero a los 52 años decidió que quería vivir la vida y así lo hizo, contra molinos de vientos, falsos ejércitos, búsqueda del amor imposible y felicidad de morir completamente cuerdo y consciente de su aparente locura.

Su epitafio es una clara muestra de ello

“Yace aquí el hidalgo fuerte,
que a tanto extremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con la muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco;
fue el espantajo y el coco
del mundo en tal coyuntura,
que acreditó su ventura,
morir cuerdo y vivir loco”.