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Los anuncios televisivos no se adaptan a los nuevos consumidores

La publicidad televisiva posee la mayor cantidad de inversión en la actualidad, sin embargo, no puede equiparar la efectividad del marketing en Internet.

Publicidad televisiva

Nuevas formas de comunicación han surgido a raíz de los avances tecnológicos, donde Internet ha permitido una mayor conectividad y participación de la comunidad en la publicidad.

Internet ha significado un claro avance en aspectos fundamentales del marketing, entregando dinamismo y también la oportunidad única de conseguir un diálogo fluido con el propio mercado objetivo al que pretende llegar, mostrando las propuestas, dejando que el público elija lo que más le gusta y también descubriendo de qué forma éste quiere ver la nueva publicidad; tal es la predominancia de Internet, que incluso medios publicitarios como la televisión, ya no logran adaptarse a los nuevas costumbres de los consumidores.

Nadie duda de la increíble importancia que tiene la inversión hecha en televisión por parte de los anunciantes, sin embargo, los nuevos hábitos de la audiencia, así como las tendencias que han mostrado, obligan a un cambio de estrategia o quizás recalcan la muerte anunciada de la televisión como fuente más importante de publicidad.

Uno de los cambios que se puede apreciar, es la notable mayor inversión que tienen las empresas en publicidad vía Internet, llegando inclusive a llevar en paralelo la televisiva, por el hecho de conocer las grandes expectativas que tienen las redes sociales y los hábitos de los consumidores de subsumirse más fácilmente en el ordenador (ante la red) que en programas televisivos que incluso pueden verse online con señal de alta definición. La posibilidad única de participar con la audiencia respecto de las decisiones a tomar en campañas publicitarias, es seductora para cualquier empresa, por ello se busca desesperadamente aumentar el nivel de confianza con el mercado objetivo por medio de una presentación amigable y dispuesta a crear foros y comunidades, más que con el uso de simples rostros reconocidos mundialmente.

No es extraño ver a una persona viendo TV y navegando en Internet, pues son dos cosas independientes que se hacen sin problema alguno, no obstante lo anterior, una buena pregunta sería: ¿Elegiría esta misma persona apagar la TV o el ordenador si le dan a elegir? Lo más probable es que escoja quedarse con Internet, pues le entrega más posibilidades de satisfacer sus necesidades frente a una televisión programada que no contiene el dinamismo y las posibilidades de comunicación que hoy todos necesitan (redes sociales).

La imposibilidad de una campaña televisiva para obtener una respuesta de la audiencia, es una de las muchas desventajas que tiene frente a lo que representa la red, donde los receptores del mensaje no sólo manifiestan lo que piensan, sino que también están en posición de escoger variaciones de ciertas campañas o líneas de productos a través de encuestas en tiempo real, por ejemplo.

La gran audiencia que generaron los explosivos “reality shows” se debió a las ganas que tenían todos de ver expuesta la realidad de un grupo de personas que estaban monitoreadas constantemente, el saber que hace alguien o como actúa ese alguien, situación que hoy con las redes sociales como Facebook, se expone habitualmente y sin tener que ver un programa, ya que la vida de todo aquel que tenga un “perfil” se transforma en una especie de reality, donde comparte fotos, pensamientos, ideas, chatea y se sabe todo cuanto quiere decir ese individuo en tiempo real.

Otro de los aspectos interesantes de analizar es ver lo que pasa cuando llega la hora de los avisos publicitarios en un programa televisivo… pues simplemente se cambia de canal hasta que regrese, es decir, no se busca ver comerciales genéricos, sólo el programa. La televisión tiene una programación reñida, se trabaja en función del rating para conseguir mejores anunciantes, pero lamentablemente no pueden –por un tema de horarios- segmentar la publicidad para ofrecerle a todos lo que buscan, tampoco seguir la tendencia de un determinado usuario, a menos que se transmita online y se sigan los comportamientos según las “IP”, pudiendo de esta forma ofrecer una publicidad segmentada y mucho más eficiente.

En suma, la televisión no está condenada al fracaso, ni tampoco los anuncios que en ella se muestran, sino más bien está obligada a volcarse a Internet, para así contar con una posibilidad –hasta ahora inexistente- de saber que se quiere ver realmente, con estándares de definición que no son un sueño, pues la alta definición ya fue una realidad en la Copa Mundial de Sudáfrica 2010 para todo el mundo vía Internet.