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Andrés Calamaro: Rey del Veneno

Andrés Calamaro es un artista polémico, que gusta de decir las cosas y mostrarse ante el mundo tal y como es, su nuevo disco sigue siendo un fiel reflejo de su creador

Andrés Calamaro
Andrés Calamaro

Polémico hasta las muelas y apodado peligrosamente Rey del Veneno, tal vez por su vieja canción Veneno (“Veneno del bueno, parece un juego pero es fuego”…) o por ser un confeso amante de las drogas; Andrés Calamaro es un músico argentino de larga trayectoria que acaba de lanzar al mercado su más reciente disco titulado On The Rock, quizás otro de los juegos que le gustan: El rock como un buen whiskey on the rocks, la música fresca y poderosa en la garganta, sin tibiezas ni medias tintas.

Dejando atrás el vómito de cerca de 100 canciones para un solo disco (como sucedió con el álbum quintuple El Salmón), On The Rock se presenta con mesura numérica (trae 12 canciones); melancolía iniciática (con el flamenco Barcos, compartido con Diego “El Cigala” y el Niño Josele); y la promesa de que si uno aprende a esperar, siempre viene algo mejor: Algo de rock, de folk, de pop, de electro, algo del pasado y también del futuro; buenas canciones como Te solté la Rienda (a dúo con Enrique Bunbury), Flor de Samurai, Insoportablemente Cruel (en compañía de Calle 13), y el final del viaje al son de El Perro, crítica musical al gobierno argentino que entona: “Que lástima Argentina! Eras un bizcochuelo, ahora sos gelatina”.

Biografía de Andrés Calamaro

Andrés Calamaro se enamoró del sonido del bandoneón antes de siquiera pisar los 10 años, quiso probar también como se sentían entre sus manos la guitarra y los teclados; y sin duda se sintieron bien, porque a los 17 años ya era parte de la banda Raíces.

Pasó por grupos como Trigémino y Elmer Band, hasta que su amigo Alejandro Lerner lo recomendó con el gran músico Miguel Abuelo, quien le propuso rearmar Los Abuelos de La Nada, banda que había tenido un original comienzo: La historia relata que Miguel Abuelo acompañó a otro músico a una compañía discográfica, donde repentinamente le consultaron si el también tenía una banda, ni lerdo ni perezoso, Abuelo inventó el nombre de su grupo y prometió grabar a los tres meses.

Calamaro agregó un sonido moderno a la nueva formación de Los Abuelos…, e introdujo el pop ochentoso en canciones de su autoría como Mil Horas y Sin Gamulán.
Ante el claro éxito de sus temas, en el año 1984, Andrés publicó un disco solista: Hotel Calamaro, que presentó temas que aun se escuchan hoy; y un año después lanzó Vida Cruel, un álbum que no tuvo gran repercusión.

En el año 86’, Los Abuelos de la Nada se separaron y Andrés viajó a tierras de la producción discográfica, para volver al ruedo dos años después con su álbum Por Mirarte, un trabajo excelente que dio a luz a hits como Por Mirarte y Cartas Sin Marcar, entre otros.

En el año 90’, dueño de una sólida carrera musical y acompañado de una banda estable, Calamaro soltó al espacio Nadie Sale Vivo de Aquí, otro conjunto de posteriores éxitos como Pasemos a Otro Tema y Señal Que Te he Perdido.
Por diversas razones, en esta época Andrés decidió mudarse a España y allí las conexiones lo llevaron a formar la popular banda Los Rodríguez, con la que grabó 5 discos movilizadores de hits como Sin Documentos, Dulce Condena y Mi Enfermedad.

De vuelta a la soledad, Calamaro lanzó al mercado sus Grabaciones Encontradas Vol. 1 y Vol. 2, una serie de canciones inéditas grabadas entre 1984 y 1994.

En el año 1997 llegó Alta Suciedad, otro buen disco (considerado uno de los más relevantes discos del rock español) de tono entre sensible y alegre, con temas memorables como Flaca, Media Verónica y Crímenes Perfectos.

En el año 1999, según cuenta la leyenda mediática-popular, Calamaro se separó de su esposa e hizo catarsis en forma de canciones, que finalmente plasmó en el disco doble Honestidad Brutal, trabajo que hace honor a su título y despelleja un par de verdades a viva voz.

Gustoso de los excesos y de redoblar apuestas, en el 2000 Andrés sacó a la venta El Salmón, álbum que recopila 5 discos y suelta al aire nada menos que 100 canciones.
Pasaron unos años de tranquilidad o tal vez el exceso lo dejó vacío y recién en el 2004 salió El Cantante, un disco mayormente de covers.

Entre DVD’s y recopilaciones pasaron dos años y Calamaro arremetió con El Palacio de Las Flores, álbum que no pudo repetir el éxito de los anteriores, a diferencia de su penúltimo disco La Lengua Popular, un trabajo fino, redondo, y poético.
Lo próximo fue, como se sabe, On The Rocks, disco recién salido del horno, que aun se presta a críticas e interpretaciones varias, pero promete un buen rato de música.

A prepararse para su gira de conciertos que rodará por Argentina, Uruguay, México, Venezuela, Colombia, España, y como cereza del postre pisará Londres por primera vez, el 1 de septiembre en la Sala Troxy.

Observando a la distancia la carrera de Andrés Calamaro, es posible notar que por donde sea que se mire hay excesos, desbordes que por suerte fluyeron por los ríos de la música, la música entendida en su expresa dualidad: Como salvación y dulce veneno.