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Para morirse de risa

La risa exagerada provoca una serie de reacciones en el cuerpo que pueden ocasionar una muerte súbita.

Morir de risa

La expresión “morirse de risa” es utilizada comúnmente cuando se apodera de nosotros un deseo irrefrenable de reírnos ante alguna situación graciosa. Pero esta expresión bien pudo tener un origen real e histórico.

Crisipo de Solos fue un filósofo griego conocido por sus grandes aportes al estoicismo, una doctrina filosófica que busca alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de los bienes materiales. Fue un filósofo muy importante y admirado en la época que le tocó vivir, también era conocido por su excentricidad y arrogancia, como lo demuestra una frase suya:

“Si pensara que hay alguien mejor que yo, ya me habría ido a que me enseñase”.

Crisipo escribió más de 705 obras y se le considera el fundador de la ciudad de Stoa y el padre de la gramática como disciplina en Grecia. Pero muy aparte de sus aportes al mundo de la filosofía y las ciencias, lo que más llama la atención de su existencia es la forma en que murió. Crisipo era un hombre muy serio, un intelectual bastante respetado y la muerte le llegó en la forma menos pensada, a través de la risa.

Murió de risa

Cuenta la historia que, en medio de una noche de copas, el filósofo decidió emborrachar a un burro. En ese cometido, hizo que el animal tomara grandes cantidades de vino hasta quedar totalmente desorientado. Buscando sus alimentos, el burro intentó comerse unas tunas. La extraña situación le causó tanta gracia al filósofo, que murió en medio de una carcajada.

Sus acompañantes no supieron explicar de manera convincente qué fue lo que le pareció tan gracioso a Crisipo de aquella situación, pero será recordado por siempre por ser un ejemplo real de los que significa la frase “morirse de risa”. Pero ¿es posible morirse de risa? Contra lo que puede esperarse, la respuesta a esta pregunta es afirmativa, pero la risa en sí no es la que provoca la muerte, sino una reacción muy fuerte del cuerpo es la que puede provocar fallos cardíacos, asfixia, desprendimiento de coágulos en el cerebro, entre otras consecuencias.

La frase “Morirse de risa”

Este es uno de los dichos populares más comunes y se utiliza para expresar que algo fue sumamente gracioso, pero en realidad la frase tiene un trasfondo bastante particular y, sobre todo, real: una lista de casos de muerte a causa de los ataques de risa.

Uno de los casos más famosos es el de Zeuxis, famoso pintor griego que murió de risa cuando una señora ya mayor le pidió un retrato de Afrodita utilizándola a ella como modelo.

El sacerdote Calcas, quien vivió durante la Guerra de Troya y a quien un adivino le profetizó el día de su muerte. Cuenta la leyenda que Calcas no creyó del todo en este vaticinio, pero igual esperó el día señalado con muchas ansias. Al ver que, llegado el día, no ocurría nada extraño se burló de la profecía del adivino, riendo tanto hasta que se asfixió dando la razón al adivino sobre el día de su muerte.

La muerte por risa también le sobrevino a Quilón de Esparta, uno de los siete sabios de Grecia a quien la alegría embargó tras conocer la victoria de su hijo en los Juegos Olímpicos, la felicidad se apoderó de él de tal manera que se lo llevó del mundo de los vivos.

Pero no solo los griegos han muerto de risa, pues la misma suerte corrió el rey Martín I de Aragón, quien combinó una indigestión con un ataque de risa, Pietro Aretino, que escuchó una historia que le contó su hermana, Nandabayin, rey de Birmania, murió de risa al conocer que Venecia era un Estado sin rey; el traductor Thomas Urquhart, se mató de risa al enterarse que de la noticia del ascenso de Carlos II al trono; el escritor cubano Julián Casal murió a causa de un invitado a una cena que le contó un chiste, las carcajadas que profirió le rompieron un aneurisma y le provocaron una hemorragia interna.

Un caso más reciente es el protagonizado por Alex Mitchell cuando en 1975 murió de un ataque de risa mientras veía su programa favorito “The Goodies”, una comedia estadounidense. La realidad tras el caso Mitchell, es que sufría de un síndrome que lo hacía propenso a ataques del corazón.

En aquel entonces, el doctor explicó:

“La adrenalina, exaltación o todo lo que pueda generar una repuesta emocional fuerte, representaba un gatillo. Generalmente el corazón busca la manera de estabilizarse, pero en este caso el paciente no tuvo suerte”.

La esposa de Mitchell, escribió personalmente al programa “The Goodies” agradeciéndoles que el último recuerdo que tiene de su esposo, es de él riéndose fuertemente mientras veía el show.