Inteligencia emocional, construir nuevas creencias

La inteligencia emocional puede ser la clave para tener en cuenta de desarrollar junto con el cuidado de la autoestima. Entre estas 2 destrezas mentales se pueden lograr los éxitos soñados y al menos, ser felices o más felices.

Inteligencia emocional, construir nuevas creencias

Hablar de inteligencia emocional nos lleva de inmediato a personas avanzadas, intelectual y espiritualmente. Personas que han recorrido un largo camino y que, alentados y ayudados por sus avanzados cuocientes intelectuales, han desarrollado una óptima gestión de sus emociones.

Emociones inteligentes, conocer e identificar emociones a través de los actos de las personas, gestión y control de las mismas para construir en lugar de destruir, para aprovechar las fortalezas en lugar de hundirse en las debilidades.

La inteligencia emocional adquiere gran relevancia en épocas inciertas y volátiles como las que viven las sociedades de todo el mundo, ante escenarios convulsos de destrucción y pérdida, la inteligencia emocional se transforma en la mejor herramienta y el mejor punto de partida para la supervivencia

La inteligencia emocional en el día a día

No faltan los ejemplos claros sobre la transcendencia del concepto, mentes brillantes y grandes profesionales que, ante escenarios de presión han perdido el equilibrio y por lo tanto, el control de la situación.

Curiosa interrelación entre las variables metafísicas más avanzadas, leyes del universo e importancia de la actitud en los sucesos cotidianos y el concepto científico de inteligencia emocional.

Y, es que ciertamente, el término nos predispone a una actitud determinada en la que, la transmutación de las emociones en energía positiva incrementa las posibilidades de salir con éxito de la situación, aún en los peores momentos.

Inteligencia emocional es la herramienta con la que se predice el éxito, el manejo de las emociones potencia la autoestima, el afán de superación y el crecimiento, mientras que un mal uso de las mismas, deriva en comportamientos castradores, destructivos y derrotistas que conducen, irremediablemente, al fracaso.

Inteligencia y emociones

Si bien es cierto que existe una estrecha relación entre el cociente intelectual y el control de las emociones, lo cierto es que el CI sirve para dar respuestas a problemas prácticos sin que el dominio del intelecto, garantice el éxito emocional.

Tampoco existe relación estrecha entre la personalidad y el carácter de la persona, únicamente entre la forma en la que él o ella se enfrenta al mundo y el método que utiliza para optimizar sus emociones.
La inteligencia emocional es una labor a la que hay que dedicar unos minutos cada día de nuestras vidas, sus ventajas son infinitas y, aunque el resultado final fuera el mismo, sólo por la sensación de equilibrio y paz que un correcto manejo de las emociones aporta, merece la pena intentarlo.

Una persona que tiene inteligencia emocional, es capaz de enfrentar los constantes obstáculos de la vida, encontrar la forma de salvarlos y continuar su camino. De otra forma, la frustración, la depresión y los pensamientos derrotistas acabarán por caer una y otra vez frente al mismo problema.

Técnicas para lograrlo

Existe una técnica que se denomina Terapia Racional Emotiva Conductual, desarrollada por el Instituto Ret Cataluña- España, que se basa en el método denominado ABC.

  • A= Acontecimiento
  • B= Creencias
  • C= Consecuencia emocional

A través de estas tres variables, ante una situación compleja, se obtienen distintas reacciones y, dependiendo de estas, se accede o no a nuevas oportunidades.

La variable que determina una u otra reacción, son las creencias. La técnica se centra en ayudar a las personas a encontrar nuevas creencias, creencias que, en lugar de ser castradoras y adquiridas por herencia de sus predecesores, sean más constructivas y sitúen a la persona ante un nivel de autoestima elevado en el que se controlen las emociones y se canalicen en la energía necesaria para lograr el objetivo.

Una buena técnica que, sería conveniente poner en práctica más a menudo con nosotros mismos, es considerar ¿cuántas de nuestras reacciones y pensamientos negativos frente a soluciones son propias, o dependen de temores adquiridos, mensajes arraigados, creencias aprendidas? En algún momento de nuestras vidas aprendimos nuestras creencias, si es necesario optimizarlas para que vuelvan a cumplir su función que -es aportar equilibrio- ¿Qué tal si las cambiamos y hacemos algo más positivo con ellas?