El amor también entra por la nariz

El olfato también es un sentido de atracción y juega un papel importante en el amor

Olfato

Si piensas en tu aroma favorito como por ejemplo café recién molido, rosas o pino, ahora intenta describirlo ¿casi imposible no?. Aunque es difícil definir en palabras los olores, ya que ellos están asociados a recuerdos que nos puede llevar instantáneamente a miles de kilómetros y muchos años atrás

Los olores pueden reanimarnos, relajarnos, hacernos sentir atractivos y quizá hasta ayudar a bajar de peso. También hay olores que nos repugnan, los que obedecen a una buena razón como una fuga de gas, leche agria o que la carne se malogró; incluso nos puede salvar la vida como oler el humo antes de ver el fuego. El olfato es el sentido más primitivo y el primero que usamos al venir al mundo: una hora después de nacer los bebés son capaces de reconocer el olor de los pezones de su madre.

La química y el olfato

Todos los olores que percibimos son sustancias químicas llamadas odorantes, las que están compuestas por muchas moléculas. Una modificación en la estructura de una de las sustancias pueden alterar por completo su olor. “Un cambio leve de la química del aroma es capaz producir un olor a calcetines sudados”.

Aromas irresistibles

El olfato puede desempeñar una función importante en la elección de pareja por parte de las mujeres (los hombres se concentran más en la atracción visual). “Al principio se sienten atraídas por un hombre visualmente, y luego por lo agradable de su trato, pero cuando la relación alcanza una etapa más íntima, el olor se vuelve un factor de mucho peso”, así afirma la doctora Rachel Herz, investigadora de la Universidad de Brown, en Providence, Rhode Island.
Al parecer, esto obedece a la necesidad evolutiva de la mujer de hallar una pareja que sea genéticamente compatible con ella a fin de procrear hijos sanos. Los humanos tenemos huellas odoríferas tan distintivas como nuestras huellas digitales. Según Herz, estos olores “podrían indicarrle a una mujer los genes de un hombre son lo bastante similares a los suyos para que exista compatibilidad, pero también lo bastante diferentes para engendrar hijos sanos”.

La vida sin olores

Melissa Wittenborn, residente de Hinsdale, Illinois, de 48 años, perdió el sentido del olfato en un accidente en el 2003. Mientras patinaba sobre hielo, sufrió una caída, se golpeó la cabeza y acabó en el hospital con fractura de cráneo y hemorragia en 5 zonas del cerebro. Milagrosamente, recuperó todas sus funciones, excepto el sentido del olfato. Los médicos le dijeron que el golpe contra el hielo, su cerebro seguramente rebotó con violencia y se dañó el nervio de la zona olfativa.
Unos tres meses después del accidente, Melissa estaba sentada en el traspatio de su casa, cuando de pronto se apareció un bombero que le preguntó si no percibía el olor a humo y dónde estaba la caja de conexiones eléctricas. Ella no tenía la menor idea de que se había iniciado un incendio eléctrico a pocas casas de la suya, y comprendió que, de haber estado sola, quizá se habría quedado allí sentada sin advertir que el fuego se estaba extendiendo hasta que sintiera el calor o viera el humo. La instalación de alarmas contra incendio y detectores de gas en su vecindario la previno de ese riesgo, pero la vida ya no es la misma para ella sin el sentido del olfato. “Extraño tantas cosas, como el olor de mis hijos y de mi esposo cuando acaba de ducharse”.