Las primeras luces navideñas

Las luces navideñas aparecieron con fines publicitarios de la mano de Edison y a lo largo del tiempo se convirtieron en adornos tradicionales que decoran la navidad.

Luces navideñas

Cuando camines por las calles en épocas navideñas y veas las casas y árboles resplandeciendo, todos ellos vestidos de arriba abajo por millones de luces de colores, recuerda que todo comenzó en 1880, por aquel entonces, Thomas Edison ya había inventado sus lámparas incandescentes y buscaba la manera de publicitarlas.

Para mostrar su invención, se le ocurrió utilizarlas en la fiesta de Yule, donde colgó lámparas incandescentes en su Laboratorio de Menlo Park, de tal modo que todos los viajeros que iban en el tren pudieran ver el milagro de la navidad, pero Edison siempre fue un aficionado a la grandiosidad y los retos, por lo que decidió encender las luces desde un generador remoto a mas de 12 km de distancia.

Fue en 1882 cuando Edward Johnson, un amigo de Edison, mostró el primer árbol de navidad iluminado en su casa de Manhattan. El árbol en mención solo contaba con 80 luces debido a su reducido tamaño, pero resultó una genial idea para ser utilizada como publicidad.

La tradición de las luces navideñas comenzó en Estados Unidos, pero en la actualidad son un fenómeno global utilizado para todo tipo de festividades de invierno. La evolución de las luces de navidad fue paralela a la de las bombillas, aunque con variantes decorativas. Sea como fuere, a la larga resultó ser una mejor idea que colocar velas en el árbol.

La era del fuego

En la actualidad, cuando apreciamos las luces de navidad nos suele llamar la atención la belleza de estas, pero la tradición de encender las luces en estos meses de invierno no empezó por cuestiones de estética. En Estados Unidos, diciembre es el mes más oscuro del año con los días más cortos. La gente que carecía de calefacción en el siglo XII era la más infeliz cuando se ocultaba el sol absorbido por la oscuridad.

Repasando la historia, encontramos que el primer tronco de navidad se registró por primera vez en el invierno de 1184 en Alemania. El tronco en llamas era visto como un símbolo de promesa de que el sol volvería a brillar con fuerza en el cielo. Ciertamente un tronco en llamas no sería una molestia si se constituía en una fuente de calor para aplacar el frío europeo.

En los primeros años, los cristianos tenían luces y también árboles, por lo que en el siglo XVII decidieron juntar ambos elementos, pero por entonces, la única forma de iluminar que conocían era a través de velas, pero colocar velas a los árboles resultaba una mala idea, tanto que eran colocadas apenas unos pocos días antes de navidad y desmontadas inmediatamente al terminar las fiestas, pues las velas solo podían permanecer encendidas unos poco minutos por la noche y durante ese corto periodo las familias debían sentarse alrededor y vigilarlas constantemente, con baldes de agua y arena cerca, es decir, la gente sabía que existía el riesgo de incendiar la casa, pero de todos modos iluminaban el árbol de esta manera.

En 1908, las compañías aseguradoras no cubrían los daños causados por los incendios provocados por los árboles de navidad porque las velas de cera encendidas con una estabilidad mínima en un árbol seco dentro de la casa no eran sinónimo de prudencia.

En ese sentido, las luces de navidad eléctricas se convirtieron en una buena opción para algunos americanos, aunque tampoco eran perfectas, pues las bombillas incandescentes pueden calentarse mucho y las chispas del filamento son capaces de quemar un árbol seco. Con todo, no dejaba de ser una opción muchos más segura que las velas.

El imperio NOMA

Cuando mencionábamos líneas arriba que solo algunas familias americanas contaban con estas luces, nos estábamos refiriendo a las familias más ricas de la sociedad. En 1900, una sola tira de luces costaba unos 12 dólares, lo cual era equivalente a unos 300 dólares actuales. Sin peligros, ni humos, ni olor, las lámparas se alquilaban o vendían; venían con todas las indicaciones disponibles, permitiendo a cualquiera conectar y poner las bombillas, demás está decir que solo podían usarse en casas con energía eléctrica.

Fue en la primera década de 1900 cuando apareció el primer anuncio conocido de luces para árboles de navidad en la revista Scientific American, eran tan caras que el anuncio no sugería la venta, solo el alquiler para adornar la navidad. El elevado precio pudiera deberse tal vez a que General Electric era la única propietaria de los derechos de la patente que le había comprado a Edison.

Pero 25 años después, la patente caducó y para entonces existían 15 compañías en el negocio de la venta de luces navideñas. En 1925 formaron el consorcio NOMA Electric Corporation, el mayor fabricante de luces de navidad en el mundo. Aunque NOMA fue fundada tres años antes de la Gran Depresión, su atractivo fue lo suficientemente grande como para salir adelante, convirtiéndose en un enorme imperio gracias a sus luces navideñas.

NOMA compartía con Edison esa obsesión por deslumbrar al público, convirtiéndose así en el fabricante más grande del mundo de bombillas, así como la mayor productora de decoración navideña.

En 1969 NOMA Electric Company dejó de fabricar luces, pero ya había dejado una huella a seguir, la cual estaba conformada por una infinidad de formas inimaginables tiempo atrás entre las que destacaban luces navideñas que formaban las figuras de flamencos, ciervos y latas de cerveza. NOMA, prácticamente, había abierto la caja de Pandora de las luces navideñas.

Aún en la actualidad, las formas y tamaños de las luces navideñas están en constante cambio y existen versiones LED que consumen menos energía eléctrica y son mucho más eficientes.