Agregar comentario

Ningún ser humano, hombre o mujer es perfecto, por más que uno o el otro se esfuerce por no fallar, falla, es decir, comete errores. La historia nos ha demostrado que el ser humano generalmente quiere tener el control sobre su vida y eso involucra todo aquello que está a su entorno. ¿Qué es lo que nos hace emitir una opinión de que algo está bien, o está mal? Aquellos que creemos en y a Dios diremos, que algo es bueno o malo, de acuerdo a los parámetros dados por la Biblia, la cual aparte de presentarnos a Jesús como Señor y Salvador de nuestra alma, nos enseña normas de conducta para tener una buena relación no solo con Dios, sino con los demás. Jesús resumió todas esas normas en estas palabras: (parafraseando) El mandamiento más importante es Amar a Dios, pero hay otro mandamiento importante que es el de amar al prójimo como a tí mismo. A Dios le demostramos el amor si obedecemos sus mandamientos, y al prójimo lo amamos sirviéndole y perdonando sus ofensas. Respecto a amar al prójimo lo dijo con estas otras palabras: "No hagais a nadie, lo que no quieres que te hagan a ti". Ahora bien, así que el problema que se da de violencia entre el matrimonio, sea que la mujer maltrate al hombre, o viceversa, que el hombre maltrate a la mujer, se debe principalmente a que no hay ley que los gobierne, o mejor dicho no se dejan gobernar por ninguna ley, sea humana o divina. Las cosas mejorarían si ambos, si AMBOS, se comprometen a dejarse guiar por las leyes de Dios. Pues si el hombre es borracho, drogadicto, no provee para las necesidades (y algunos deseos) de su familia, es sexualmente infiel, es perezoso o haragán, entonces no solo está violando la ley de Dios y entonces el enojo de la mujer es comprensible, pero no es válido el maltrato o la violencia, lo mejor llevarlo por la vía del diálogo y si no es posible arreglarlo así, entonces es mejor separarse un tiempo y buscar ayuda psicológica o consejería matrimonial, si se tiene la intención de guardar los votos matrimoniales (Amar hasta que la muerte los separe, en la salud, o enfermedad, la riqueza o pobreza) Ahora bien, si el hombre no da motivos como los anteriores, entonces la ayuda profesional la necesita la mujer, pues el enojo puede deberse a varias causas, tanto físicas como psicológicas. Entre las físicas tenemos, el temperamento (que es genético), un cambio hormonal (operación en los ovarios o la matriz, la menopausia), o un trastorno fisco genético que le haga producir más bilis de lo normal, etc. Entre los psicológicos se puede presentar abuso físico, verbal y emocional en períodos de su niñez o adolescencia, trastornos mentales, o la incapacidad de poderse comunicar correctamente y sin violencia. La verdadera solución es que ambos se comprometan a hacer la voluntad de Dios y no buscar hacer la voluntad de uno o del otro, la voluntad de Dios es que haya respeto, amor, perdón, comprensión, comunicación, que haya paz o armonía entre la pareja, pero para ello hay que rendir la voluntad propia, buscar el bien a la pareja y no el mal.