Historia de la primera máquina de escribir

Ya desde el siglo XVIII los inventores buscaron la manera de facilitar el trabajo de oficina a través de una máquina que pudiera acelerar la escritura.

La primera maquina de escribir
Modelo Folding Corona 3 Special hecha en Estados Unidos en 1931. Foto cortesía de Charlie Foxtrot Vintage.

En el siglo XIX, el trabajo de oficina era una rutina que ya se había expandido; todos los documentos eran realizados de forma manuscrita, por los que cierta correspondencia en cadena, para muchos destinatarios era una tarea lenta y tediosa y reportaba demasiado tiempo a quien escribía. Esta lentitud era una de las principales trabas para que los negocios pudieran crecer. Hubo decenas de inventores que trataron de lograr en distintos lugares del mundo, durante los siglos XVIII y XIX, una forma de escritura mecánica, pero todos estos ensayos fracasaron.

El primer intento registrado de producir una máquina de escribir fue realizado por el inventor británico Henry Mill, que obtuvo una patente de la reina Ana de Gran Bretaña en 1714. La siguiente patente expedida fue concedida al inventor estadounidense William Austin Burt en 1829 por una máquina con caracteres colocados en una rueda semicircular que se giraba hasta la letra o carácter deseado y luego se oprimía contra el papel. Esta primera máquina recibió el nombre de “tipógrafo” y era más lenta que las máquinas que surgieron luego.

En 1833 le fue concedida una patente francesa al inventor Xavier Progin por una máquina que incorporaba por primera vez uno de los principios utilizados en las máquinas de escribir modernas: el uso, para cada letra o símbolo, de líneas de linotipia separadas y accionadas por palancas separadas.

El mecanismo utilizado para mover el papel entre caracteres y entre líneas es en casi todas las máquinas de escribir modernas, un rodillo cilíndrico, contra el que se sujeta el papel con firmeza. El rodillo se mueve horizontalmente para producir el espaciado entre las líneas. La primera máquina que utilizó este método de espaciado fue fabricada en 1843 por el inventor estadounidense Charles Grover Thurber. La parte impresora de esta máquina de escribir era un anillo de metal que giraba en sentido horizontal sobre el rodillo y que estaba provisto de una serie de teclas o pistones con piezas de caracteres en su parte inferior. La máquina funcionaba girando la rueda hasta que la letra adecuada se centraba sobre la posición de impresión en el rodillo y luego se oprimía la tecla.

Muchos inventores intentaron crear máquinas diseñadas para hacer impresiones grabadas en relieve que pudieran ser leídas por personas ciegas. Una de esas máquinas, desarrollada en 1856, era semejante a la máquina de escribir moderna en cuanto a la disposición de las teclas y líneas de linotipia, pero grababa las letras en relieve en una tira de papel estrecha en lugar de en una hoja.

Una máquina de escribir similar, creada y patentada en 1856, tenía las líneas de linotipia dispuestas en sentido circular, un soporte de papel móvil, un timbre que sonaba para indicar el final de una línea y una cinta con tinta. La disposición del teclado de esta máquina era semejante a las teclas blancas y negras de un piano. Durante las décadas de 1850 y 1860 muchos inventores trataron de crear una máquina de escribir más práctica, pero ninguno lo consiguió hasta 1868, cuando Cristopher Sholes patentó una de ellas.

En 1873 E. Remington and Sons, de New York, fabricó el primer modelo industrial. La primera máquina de escribir Remington, producida para los inventores estadounidenses Sholes y Glidden, contenía casi todas las características esenciales de la máquina moderna. El papel se sujetaba en un carro entre un rodillo y un pequeño cilindro, ambos de caucho, colocados paralelos entre sí. El carro se movía de derecha a izquierda por medio de un resorte al tiempo que se oprimían las teclas; el movimiento estaba regulado por un mecanismo de escape, de forma que el carro recorría la distancia de un espacio para cada letra.

El carro volvía a la derecha por medio de una palanca, que servía también para girar el rodillo a un espacio de una línea. Las líneas de linotipia estaban colocadas en círculo; cuando una de las teclas, dispuestas en un teclado en hilera en la parte frontal, era oprimida, la línea de linotipia correspondiente golpeaba contra la parte inferior del rodillo por acción de la palanca. Una cinta entintada corría entre la línea de linotipia y el rodillo, y el carácter, al golpear esta cinta, efectuaba una impresión en tinta en el papel que estaba sujeto sobre el rodillo. La cinta se transportaba por un par de carretes y se movía de forma automática después de cada impresión.

Las primeras Remington solo escribían en letras mayúsculas, pero en 1878 se hizo posible el cambio de carro debido a dos inventos. Uno era una tecla y una palanca que bajaba el carro a una distancia corta para imprimir las letras mayúsculas, mientras otra tecla y otra palanca regresaban el carro a su posición original para imprimir las letras minúsculas. El otro invento fua la tecla doble, con las letras mayúsculas y minúsculas montadas en las mismas líneas de linotipia.

La introducción del cambio y la tecla doble permitió agregar números y otros símbolos sin aumentar el tamaño del teclado. También abrió el camino a la técnica conocida como mecanografía al tacto, que permitía a los operadores conseguir una gran rapidez y precisión.

Las líneas de linotipia de las primeras máquinas de escribir comerciales golpeaban el papel en la parte inferior del rodillo; de esta forma, la línea que se estaba escribiendo no era visible para el operador. A principios de la década de 1880 esta desventaja fue resuelta a través de las llamadas máquinas de escribir visibles, en las que el carácter golpeaba enfrente del rodillo. Luego del éxito de la máquina Sholes-Glidden-Remington se inventaron muchos nuevos modelos, pero pocos de ellos resultaron ser útiles y se descartaron.