España, proceso de involución migratoria

Los movimientos migratorios son una de las vertientes de las sociedades más ambiguas, con efectos contrarios y complicadas que existen socialmente hablando, sin embargo, desde una perspectiva económica son un claro ejemplo de la utilización y uso indiscriminado y contrario a las políticas de derechos humanos que las sociedades hacen de ellos mientras le son útiles.

España, proceso de involución migratoria
Inmigración en España
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Cambios profundos en economías cuyos crecimientos y escenarios de acercamiento al pleno empleo se asentaban sobre la base de mercados especulativos y a través de mano de obra poco cualificada, cambios profundos y estructurales en la organización de las sociedades, el papel del estado, las inversiones extranjeras y, por supuesto, en las tasas de población activa.

Cuando la crisis termine

La recesión de dimensiones históricas que atraviesa la economía española -además de tenerla caminando en la cuerda floja en lo relativo a su permanencia en Europa debido, fundamentalmente, al déficit público actual que la aleja sustancialmente de los criterios establecidos por el tratado de Maastricht y que se revisarán en 2012- alcanza daños sociales cuyos efectos aún desconocemos en los que la falta de empleo abandona su condición de temporal y producida por la crisis para convertirse en un desempleo estructural de difícil reubicación.

Por primera vez en la historia económica de España, se vive una crisis en la que hay que contar con un factor humano con gran peso específico, el colectivo de inmigrantes residentes, sin los cuales nunca hubiera podido crecer al 3% ni, prácticamente al alcanzar el pleno empleo en los años que precedieron la crisis.

Ante esta novedad, esta crisis cuenta con nuevos escenarios en los que la experiencia anterior no es útil y en los que se convierte en estrictamente necesario reconfigurar las políticas migratorias ante el abandono del colectivo de inmigrantes del país.

Los movimientos migratorios son una de las vertientes de las sociedades más ambiguas, con efectos contrarios y complicaciones que existen socialmente hablando, sin embargo, desde una perspectiva económica son un claro ejemplo de la utilización y uso indiscriminado y contrario a las políticas de derechos humanos que las sociedades hacen de ellos mientras le son útiles.

En los años de la “Belle Epoque” económica, cuando España se presentaba como el mayor país receptor de inmigración y los dirigentes se vanagloriaban de sus políticas integradoras, protectoras, interculturales, solidarias y de crecimiento conjunto; subyacía el fantasma expectante de la discriminación laboral vertida sobre un colectivo que siempre permaneció en los sectores más precarios del mercado mientras, se les abría las puertas del sobreendeudamiento para seguir alimentando la especulación inmobiliaria y, con ella , el enriquecimiento de Bancos y del Gobierno.

Sin embargo, la crisis duró más de lo pensado y en el caso de la economía española, puso de manifiesto cómo un modelo productivo basado en la especulación y la ineficiencia deriva ante una explosión económica en un efecto dominó en el que ningún sector se salva y, esta crisis sostenida e interminable aceleró la involución de la inmigración, provocando un efecto aún más devastador en la economía española, en la que los créditos que antes recaían sobre los inmigrantes pasaron a engrosar las listas de endeudamiento irrecuperable en forma de viviendas vacías, que se acumulan en un stock para el que no se ve salida antes de una década.

España creció gracias a la inmigración

Durante los últimos diez años, el crecimiento económico español ha tenido como ejes fundamentales el endeudamiento; fundamental y necesario para mantener, potenciar y financiar la especulación y la utilización excesiva de recursos, entre los que se destaca el suelo, el agua y una fuerza laboral precaria.

En ambos escenarios, la inmigración ha sido determinante:

  • Ha cubierto los puestos de trabajo en la construcción
  • Ha contribuido al endeudamiento proveniente del mercado inmobiliario
  • Ha sido mudo testigo de una constante precariedad en el mercado laboral

Un mercado laboral que se permitió abaratar los costes y las prestaciones, derivando esos beneficios hacia una mayor acumulación de riqueza basada en la especulación y el ladrillo.

La necesidad de competitividad basada en la producción de bienes y servicios eficientes y en la inversión en desarrollo, innovación e investigación, se fue relegando y hoy, en el escenario de pérdida de competitividad, endeudamiento estatal, desempleo, morosidad, ausencia de consumo y demanda y sobre endeudamiento que vive la economía española, es cuando se recuerda que la inmigración fue el motor que permitió el crecimiento de la economía española.

Los inmigrantes ocuparon un gran papel en el mercado laboral:

  • Incrementaron la capacidad de producción
  • Aumentaron el gasto interno del país
  • Proporcionaron grandes ingresos a los bancos y al estado

Fueron responsables directos del crecimiento económico y la, ya prácticamente olvidada fortaleza de la Seguridad Social, ente responsable de la protección de los ciudadanos.

Convendría no olvidar que más del 30% del crecimiento del producto interior bruto en España en los últimos diez años, es responsabilidad directa del trabajo y residencia del colectivo inmigrante y, si analizamos los últimos 5 años, la cifra asciende al 50%. Las cotizaciones a la Seguridad Social producidas por el colectivo inmigrante ascendieron a 8.000 millones de euros en los años 2005 y 2006.

Hoy, en España se pierde el 85% de la destrucción de empleo de la Zona Euro, porque el país creció en torno al colectivo de inmigrantes, se crearon empleos para inmigrantes, oficinas bancarias para inmigrantes, productos para inmigrantes, el consumo crecía, la producción crecía y el país crecía, hoy España se enfrenta a un escenario en el que todo lo que se vislumbra cuenta con la necesidad de reestructurarse y adecuar su tamaño para enfrentar el nuevo modelo productivo de una España… sin inmigrantes.Complicado escenario.